miércoles, 24 de agosto de 2011

6 - El Inútil


Así me siento.
Creo que un poco también lo soy. Pero no tiene que ver con estar acá. El problema lo tengo desde siempre. Aunque hay cosas que las tengo claras, hay otros aspectos en los que me cuesta muchísimo decidirme. Y creo que el principal de ellos, es la ropa.
Estoy casi convencido que la indefinición que transito cuando tengo que comprarme ropa, tiene que ver con un trauma de chico. En general, como “hermano menor” que soy, no tuve la posibilidad de elegir demasiado, sino que gran parte de ella era heredada; o sino directamente era comprada por mi madre, sin pasar por una ámbito previo de consulta. Esto, indefectiblemente, llevo a lo que soy hoy: un boludo que no se decide cuando intenta comprar ropa.
Ya sé que suena fácil: Vas al local, miras lo que hay, elegís algo que te gusta, preguntas el precio, te parece caro, buscas algo más barato, te lo probas, te queda mal, pedís un talle menos, le decís a la vendedora que te lo llevas, vas para la caja, queres pagar con debito, no aceptan tarjetas porque te estás llevando un producto en promoción, estas justo con el efectivo, tenes que irte a un cajero a sacar plata, volves hinchado los huevos, le das la plata, te dan el producto, y te vas feliz a tu casa.
Pero en mi caso no sucede así como lo relato. Yo me quedo trabado en uno de los primeros pasos, cuando hay que elegir algo que te gusta. No sé que elegir. No sé que me gusta. No sé que me queda bien.
Con ese problema como punto de referencia, es que les voy a contar lo siguiente:
Dos sábados atrás me dispuse a ir al más grande outlet de LA: Citadel. Me subí a mi carro, y gracias a la bendita existencia del GPS, llegue a destino tras manejar unos 30/40 min por autopista.
El lugar: gigante. Las marcas que están ahí: todas. Las ganas de comprarme cosas baratas: muchas.


El tema fue que con el transcurrir de los minutos me fui dando cuenta que los precios no eran tan baratos como esperaba. Por qué? Porque eran los locales de las marcas, como en cualquier otro lugar, pero tenían cosas “rebajadas”. Y en oferta, solo las cosas que nadie suele comprar: zapatillas de mil colores, camisas feas, remeras que nadie con 2 dedos de frente usaría. Había que tener mucha suerte (y paciencia) para encontrar algo decente. Yo pude encontrar una camisa y una remera, después de mucho buscar.
Pero con el paso de las horas, el “comprate todo!!!” que escuche de parte de mucha gente antes de venir se fue diluyendo, y empezó a aparecer en mi cabeza un categórico “andate de este lugar de mierda, estás perdiendo el tiempo”. Y obviamente, fue ganando cada vez más preponderancia, hasta el momento de mi partida.
Me canse de la presión de tener buscar, tener que elegir, tener que probarme, tener que comprar… No sirvo para eso (entre otras tantas cosas). Por eso digo que me siento un inútil.
Para que muchos se queden tranquilos, les quiero aclarar que voy a intentar seguir buscando ropa de calidad a buen precio. Pero me da la sensación por lo que vi hasta ahora, que no la voy a encontrar tan fácilmente acá, en LA.
Ah. Hay algo para lo que no soy tan inútil: comprar boludeces. Por ejemplo, me compre un Mancala.


Bonus Track:
Miren como esta señora oriental llevaba a su hija por todo el lugar. Genial.

No hay comentarios: